Materiales: sarten, tornillos de las traviesas ferroviarias, tenedor de madera, alambre, tapón de vidrio. Medidas: 45x45x26 cm. Año 2012 |
Suculento manjar, despojo de viajes olvidados a no se sabe dónde, es el que nos ofrece el singular cocinero. ¡Aquí tenéis convertidos en herrumbre vuestros esfuerzos de antaño, vuestras malas planificaciones ferroviarias! ¿Cuántas ilusiones y aventuras habrán circulado por las vías férreas que sostenían con firmeza estos tornillos? ¿Cuántas mercancías para abastecer industrias y comercios ahora desaparecidos?
Lo que fue progreso, fuerza y velocidad en otro tiempo no es hoy más que detritus de una maquinaria devorada y regurgitada por el tiempo; heces de una actividad industrial que no es capaz de reciclar sus excrementos y quedan vergonzosamente esparcidos por el campo ¡Ahí los tenéis; degustadlos!
Hay un detalle en la obra, el gorro del cocinero, que contrasta en el conjunto por su doble discrepancia: geometría de la curva en el ámbito de lo recto y el vidrio, material delicado entre la brutalidad del hierro oxidado y la madera sucia. Parece como si el artista se hubiera compadecido del espectador y le estuviera dando un resquicio de esperanza; una luz dentro de ese mundo oscuro creado por los derrubios de la actividad humana.